La peste equina (PE) es una enfermedad vírica infecciosa pero no contagiosa, transmitida por Culicoides, que afecta a todas las especies de équidos. Las tasas de letalidad en poblaciones sin protección de caballos pueden alcanzar el 80-90%, lo que sitúa a la peste equina entre las infecciones víricas más letales conocidas en los caballos.
La enfermedad está causada por un Orbivirus de la familia Reoviridae. Se conocen nueve serotipos del virus. La enfermedad clínica causada por el virus de la peste equina (VPE) se suele clasificar en cuatro formas según su patología característica y varía en función de la especie huésped, así como de la exposición previa al serotipo específico del virus de la peste equina.
El caballo es el solípedo más susceptible a la enfermedad y las especies de cebra y el burro africano son los principales reservorios de mantenimiento del VPE. No afecta a los seres humanos
La peste equina es endémica en los países del África subsahariana, especialmente en los países del sur, donde pueden circular los nueve serotipos. Los serotipos 9, 4 y 2 se han encontrado en el norte y el oeste de África, desde donde se han extendido ocasionalmente a los países que rodean el Mediterráneo. Ejemplos de brotes que se han producido fuera de África son: en Oriente Medio (1959-1963), en España (serotipo 9, 1966, serotipo 4, 1987-1990) y en Portugal (serotipo 4, 1989). Recientemente, en los primeros meses de 2020, apareció un brote inesperado de peste equina del serotipo 1 en Tailandia, que afectó también a Malasia, y que amenaza a la industria equina en todo el mundo.
La vacunación con cepas vivas atenuadas del virus de la peste equina es el principal medio para controlar la peste equina tanto en escenarios endémicos como epidémicos. Debido a las desventajas de las vacunas vivas atenuadas, se han desarrollado y probado experimentalmente una amplia gama de otras vacunas candidatas, pero ninguna se ha autorizado en el campo hasta la fecha, principalmente debido a la falta de viabilidad comercial.