Arte y medioambiente en perfecta simbiosis. Así podríamos describir el Camino Natural del Románico Palentino, un itinerario de casi 103 kilómetros que se asienta sobre el antiguo trayecto que unía la cuenca minera de los valles de Orbó, la Castillería y Vergaño con el Canal de Castilla, a través del cual llegaba el carbón a Palencia y Valladolid.
Palencia es una de esas provincias desconocidas por la gran mayoría y que, sin embargo, ofrece un gran tesoro patrimonial y paisajístico a aquellos que se adentran en su territorio. No hay pueblo, por pequeño que sea, que no albergue alguna joya arquitectónica en forma de iglesia o ermita de gran belleza. Por algo es el territorio europeo más rico en monumentos de estilo románico. Este vasto patrimonio ha llegado a convertirse en una de las principales ofertas turísticas palentinas ostentando, incluso, algo bastante parecido a una “denominación de origen”.
Siguiendo las huellas del Camino Natural del Románico Palentino descubriremos algunos de los elementos más importantes de este “museo a cielo abierto” donde arquitectura, arte e historia conviven en perfecta armonía con elementos naturales como el Parque Natural Montaña Palentina o el Geoparque de Las Loras.
A la hora de comenzar el viaje podríamos decir que nos encontramos con un “tres en uno”. Tres rutas diferentes que, unidas, enlazan el Canal de Castilla con la Montaña Palentina, siendo la del Carbón de Cok la columna vertebral de este conjunto. 66 kilómetros que, partiendo de Alar del Rey, nos llevarán por campos de cultivo y barrancos entre pinares y dehesas, pasando, en nuestra primera etapa, por los municipios de Prádanos de Ojeda, Santibáñez y Villaescusa de Ecla y, por último, Cozuelos de Ojeda.
Nuestro punto de partida: las dársenas del Canal de Castilla, donde antaño se cargaba el carbón para su transporte y distribución. Aquí, un puente donde disfrutar a un lado de las históricas dársenas y, del otro, del nacimiento del propio Canal de Castilla. Será en Prádanos donde nos toparemos con las primeras sorpresas. La plaza del Corazón de Jesús o la iglesia parroquial del San Cristóbal, templo románico-renacentista, que domina desde lo alto la población. En los alrededores abundancia de pino negral, encina y cultivos que nos anuncian que estamos próximos a Santibáñez de Ecla. Aquí el viajero puede tomar una de las rutas adicionales o, disfrutar contemplando el impresionante friso de la iglesia de San Juan Bautista.
En Villaescusa no hay que perderse la iglesia de Santa Elena y, muy cerca, varias paradas recomendadas, como el Desfiladero del Diablo y la Cascada de Cervigona. <p><p>Sabremos que estamos cerca del fin de esta primera etapa de la ruta cuando vislumbremos Peñatorrecilla, una cruz situada en lo alto de unas peñas en las inmediaciones de Cozuelos de Ojeda. Pueblo donde encontraremos la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. En este caso construcción renacentista que custodia lo que pudiera ser un interesante conjuradero de nublos.
Continuamos camino cruzando el arroyo de Cozuelos para adentrarnos en la etapa más larga de las que componen nuestra primera ruta, la que discurre por la comarca de La Ojeda, engarzando algunas de las iglesias más importantes de la ruta, y que termina en Vado.
Parada obligatoria es la hermosa ermita románica de Santa Cecilia, situada sobre una peña en las cercanías de Vallespinoso de Aguilar. El templo, levantado en los últimos albores del siglo XII, es uno de los emblemas del territorio palentino. Fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional en 1951 y de él destaca su portada, ricamente ornamentada con unos curiosos relieves. Merece la pena disfrutar de la impresionante panorámica del pueblo y del valle en el que se encuentra desde este enclave.
Aquí el camino comienza a ganar altura y nos lleva, 4 kilómetros más adelante, hasta un pequeño ramal que conduce hasta dos pedanías de Aguilar de Campoo, los barrios de San Pedro y de Santa María, donde visitar la iglesia de San Andrés y la ermita de Santa María respectivamente.
Inolvidable el aroma a vainilla y harina de Aguilar de Campoo, proveniente de la fábrica de galletas existente en esta localidad y que nos transporta en el tiempo hasta nuestra niñez. Su centro histórico fue declarado Bien de Interés Cultural y allí encontraremos varios puntos interesantes como el paseo fluvial junto al Pisuerga o el monasterio de Santa María la Real, construido entre el románico y el gótico y que alberga el Centro de Estudios del Románico y del Museo ROM, además de haber sido declarado Bien de Interés Cultural.
Retomando el camino principal, a tan solo un kilómetro, nos adentraremos en un recorrido solitario y largo que nos lleva a Dehesa de Montejo, separado de Vado por tan solo 6 kilómetros. Está muy cerca de Cervera de Pisuerga que, aunque fuera del camino, merece la pena visitar.
Y llegamos al principio del fin, ya que comenzamos la última etapa de la ruta del Cok nos llevará de la mano del Pisuerga hasta las montañas y el Parque Natural de la Montaña Palentina.
La cercanía del río nos irá descubriendo un paisaje novedoso: el bosque de galería. Sauces, olmos, y sobre todo chopos nos acompañarán en nuestro caminar hacia las poblaciones de Rueda de Pisuerga, Vallespinoso de Cervera y San Cebrián de Mudá. Pueblos llenos de historia y arquitectura románica de interés como las iglesias de San Cristóbal, San Juan Bautista o San Cornelio y San Cipriano, último de los tempos románicos de la Ruta del Carbón de Cok y declarado Bien de Interés Cultural en 1993.
En estas tierras alcanzaremos también el punto más alto del camino: el Collado del Portillo, a 1340 metros de altitud, y pasaremos por la Reserva y Centro de Interpretación del Bisonte Europeo en el Parque Natural Montaña Palentina, punto final de este camino.
El Camino Natural se completa con dos rutas adicionales que arrancan de la principal, completando la oferta “románica”. La primera comienza en Santibáñez de Ecla y llega a Payo de Ojeda; la segunda abandona la ruta troncal en Cozuelos de Ojeda y va hasta Dehesa de Montejo donde vuelven a confluir.
Hablemos de la ruta entre Santibáñez y Payo de Ojeda. Un ramal de 14 kilómetros entre colinas, campos de cultivo, robledales y pinares, modelado por el río Burejo. En el camino se pueden visitar las iglesias románicas de San Juan Bautista, en Moraves de Ojeda, con una de las fachadas más trabajadas de todo el románico, y de las Santas Justa y Rufina, en Payo de Ojeda. Sacando los pies del itinerario, pero sin ir muy lejos, encontramos otros dos excelentes exponentes del románico español: los monasterios de San Andrés y Santa Eufemia.
Nos topamos con el segundo ramal a las afueras de Cozuelos. Una ruta de 22,5 kilómetros que atraviesa pueblos como Perazancas, Montoto, Pisón y Colmenares. Todos ellos con alguna joya arquitectónica reseñable.
Ambos ramales dan apoyo a la ruta principal en su misión de dar a conocer y poner en valor el inmenso patrimonio románico de Palencia.
Merece la pena detener nuestro camino en el Monasterio de San Andrés Arroyo, uno de los más conocidos de Castilla y León. Una joya del románico español situado en Santibáñez de Ecla. Los artistas que trabajaron en esta construcción fueron capaces de crear tallas excepcionales llenas de finura y elegancia, destacando las arquivoltas de las portadas, los esbeltos fustes de las columnas y los capiteles calados. Sin duda un gran ejemplo de monumentalidad y sobriedad con gran trabajo en los pequeños detalles.
No podemos olvidar los espectaculares rincones naturales que atesora la provincia de Palencia. Destaca el Geoparque de las Loras, que guarda en sus rocas la historia de nuestro planeta escrita por el viento y los movimientos de tierra. Disfruta de imponentes miradores de vértigo sobre cañones espectaculares.
Visita obligada es también el Parque Natural Montaña Palentina, situado en el nacimiento de los ríos Carrión y el Pisuerga. Su riqueza paisajística se completa con la diversidad faunística que atesora. Aquí se pueden observar, si hay suerte, ejemplares de oso pardo cantábrico y urogallo, además de otras especies como lobos, águilas reales o buitres leonados.
Y qué decir de la Reserva del Bisonte Europeo (Bison Bonasus) de San Cebrián de Mudá. Una parcela de 20 hectáreas situada en uno de los entornos más privilegiados de la Montaña Palentina. No pierdas la oportunidad de observar varios ejemplares de bisonte europeo en semilibertad.
Por último, mencionar el pico Valdecebollas, que alcanza los 2.143 metros de altitud y cerca del cual se encuentra el nacimiento del río Pisuerga. Esta maravilla es perfectamente visible desde el punto final del camino, un collado en el que la ruta del Carbón de Cok se cruza con el sendero GR-1.
Y como no sólo de románico vive el hombre, podemos afirmar que Palencia no sólo es arte y naturaleza. También es gastronomía. La cocina palentina se basa en los saberes y tradiciones castellanas siendo la preparación básica el asado en horno de leña.
Pero aquí también encontramos dulces, carnes, vinos, magníficos embutidos…Destaca la carne de Cervera de Pisuerga, natural de la Montaña Palentina; la cecina del Valle de Villarramiel, de caballo y, por tanto, con menos grasa y más hierro; las galletas de Aguilar de Campoo, las ciegas y los “socorritos”, unos lacitos de hojaldre; la morcilla, sin arroz; la sopa, castellana ¿qué si no? Y, por último, la joya de la corona palentina: el lechazo churro.