Pequeña pero codiciada. Durante siglos la isla de Menorca fue objeto de deseo de aquellos que aspiraban a convertirse en dueños del Mediterráneo. Aragoneses, turcos, ingleses o franceses fueron solo algunos de los pueblos que llegaron a sus costas a fin de quedarse con el ansiado botín. Puede que eso explique el característico paisaje de la costa menorquina en el que se alternan torres, atalayas y fortalezas. El Camino Natural Camí de Cavalls recorre la isla para ofrecernos los encantos que todos ellos anhelaron.
El Camino Natural Camí de Cavalls es uno de los itinerarios más hermosos y cargados de historia de la Red de Caminos Naturales de España. El recorrido nos traslada directamente a los siglos XVIII y XIX, época en la que se levantaron distintas construcciones defensivas alrededor de la costa de la isla. Para comunicar todas ellas se creó una ruta circular en la que el movimiento de tropas y pertrechos era lo habitual y para ello se empleaba el caballo menorquín. Una raza autóctona de la isla fácilmente reconocible por su color azabache, su estilizada figura y su limitada altura. Usuarios habituales de este camino, ellos fueron los que le dieron su nombre: Camí de Cavalls (Camino de Caballos).
La historia de este recorrido se remonta hasta el siglo XVIII, de donde proceden las primeras referencias al mismo. Todo apunta a que fueron los franceses los que se encargaron de darle forma y, aunque como adelantábamos antes era utilizado principalmente por las tropas encargadas de la defensa de la isla, también transitaban por él numerosos payeses que se desplazaban de una población a otra, ya que el camino era de uso libre.
Con el paso de los siglos, Menorca fue perdiendo su valor estratégico y, con ello, el camino comenzó a ser menos utilizado. Aunque recuperó parte de su importancia durante la Guerra Civil, volvió a perder notoriedad y comenzó nuevamente un largo periodo de abandono.
Un periodo que llegaría a su fin cuando fue incluido en el Programa de Caminos Naturales en 2008, recuperándose así un itinerario de 185 km que permite a quien lo recorre, atravesar prácticamente todos los lugares de alto interés natural y cultural de esta isla.
El Camí de Cavalls discurre por los ocho municipios de Menorca: Mahón, Villacarlos, San Luis, Mercadal, Alayor, Es Migjorn Gran, Ferreries y Ciutadella. Un devenir que comienza y termina en el puerto de Maó-Mahón para adentrarse en diversos enclaves de alto interés natural y paisajístico como el Parque Natural de S’Albufera des Grau, la Illa d’en Colom y el Cap de Favàritx. Todos ellos forman un conjunto que pone de manifiesto el gran valor ambiental de la zona, hecho por el que Menorca sería declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993.
El valor natural de este recorrido no resta valor a su interés histórico, ya que a lo largo del mismo los viajeros también podrán visitar importantes ejemplos de la cultura talayótica que se desarrolló en las islas de Menorca y Mallorca durante las edades de Bronce y Hierro. Uno de los vestigios más importante de esta antigua cultura es uno de los yacimientos de mayor tamaño de Baleares: el poblado de la Torre d’en Galmés. Situado sobre una colina desde la que se puede observar la zona sur de Menorca, se compone de tres talayots, las construcciones prehistóricas más características de las islas. De esta época es también la necrópolis de Cala Morell, formada por un conjunto de 14 cuevas de piedra excavadas por la mano del hombre en los acantilados de un barranco.
Los romanos también pasaron por estas costas, como así lo atestigua el yacimiento de Sanicera, un importante núcleo urbano y marinero fundado por fenicios o cartagineses en el antiguo puerto de Sanitja pero que alcanzaría su mayor esplendor bajo el dominio romano, entre la república y el siglo VI d.C.
Aunque, sin duda, otros elementos de gran interés son las construcciones militares que dieron origen al camino: la fortaleza inglesa se Malborough, el castillo de Sant Felip, la Talaia d’Artrutx y la torre de sa Mesquida, todas ellas construidas con la popular marès, una piedra característica de la isla.
Otro de los elementos patrimoniales que los senderistas encontrarán durante su recorrido son los típicos Llocs. Unas fincas agrícolas en las que el senyor cedía su explotación a un payés para, en la mayoría de los casos, desarrollar ganado vacuno, con el que se elabora el producto más conocido de la isla: el queso mahonés, reconocido por su Denominación de Origen Protegida Queso Mahón-Menorca.
Sin duda, todo ello motivó que la Comunidad Autónoma de les Illes Balears declarara el Camí de Cavalls Patrimonio Histórico de la isla y Bien de Interés Cultural. Además, desde 2012 está homologado como sendero GR 223 por la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME).
Los que vayan a Menorca con intención de realizar esta ruta han de saber que se encuentra dividida en veinte tramos que no superan los 14 km de distancia. Esto es así porque, cuando se proyectó el camino se ideó para que pudiera recorrerse en jornadas independientes, de manera que el punto de salida y partida fuesen el mismo.
Actualmente, el Camí de Cavalls es utilizado por senderistas y turistas que lo recorren a pie, a caballo y, en algunos casos, en bici, aunque es necesario puntualizar que existen varios tramos totalmente impracticables para utilizar este medio de transporte.
La primera parte de esta ruta discurre entre calas de gran riqueza natural y tierras de cultivo que conforman un curioso paisaje en forma de mosaico hasta alcanzar el núcleo de la Reserva de la Biosfera, que no es otra cosa que el Parque Natural de S’Albufera des Grau. En este punto es posible disfrutar de diversos tipos de ambientes naturales, como la vegetación dunar de las playas de Es Grau, la cala de Sa Torreta o la cala de Morella Nou.
Sin separarnos de la costa, se sobrepasa el Cap de Favàritx, enclave que sorprende y llama mucho la atención por el tono oscuro que caracteriza las rocas de esta zona y la ausencia de vegetación. La ruta continúa hacia la cala de Pou d’en Caldes en cuyas inmediaciones se pueden divisar curiosas formaciones rocosas como la de Es Capell de Ferro.
Siguiendo este antiguo camino real, así considerado por el gobernador inglés Richard Kane, nos adentraremos en la zona del Port d’Addaia, con una vegetación acuática y de saladar propia de las salinas de Mongofra claramente diferenciable y donde los amantes de la ornitología podrán detener sus pasos para dedicarse a la observación de aves.
Sin perder de vista las señales de herradura, alcanzaremos un interesante arenal, el de Son Saura del Nord, donde se distingue un importante sistema dunar que resalta con la zona húmeda y boscosa perteneciente a la Albufera del Comte.
El viajero deja poco después atrás la zona de Ses Salines hasta Cala Tirant, donde es recibido por la imponente Torre de Fornells, en la bocana del puerto natural del mismo nombre, levantada por los británicos a principios del siglo XIX.
Aunque pueda resultar asombroso, Menorca también posee paisajes de carácter muy árido. Es el caso del tramo comprendido entre Cala Morell y Punta Nati, donde se yergue un imponente e histórico faro que durante el siglo pasado era el encargado de evitar los frecuentes naufragios que ocurrían en la zona. A partir de aquí, la piedra y la roca comienzan a hacerse dueñas de estos territorios sobresaliendo el Pont d’en Gil, un puente natural que la erosión del mar moldeó sobre la roca.
Durante todo el trayecto acompañarán nuestro viaje las diferentes construcciones tradicionales del paisaje rural menorquín, como ses barraques o es ponts de bens o de bestiar, en cuyo interior se guarece el ganado de las inclemencias del tiempo. .
Y es a partir de este punto cuando comienza la conocida como “ruta de los barrancos”, que cortan la roca calcárea y aumentan en espectacularidad a medida que avanza el camino, destacando las calas de Macarella, Macarelleta, y en Turqueta. En el barranco de Binigausse se encuentran tres de las cuatro cuevas kársticas descubiertas en Menorca, destacando la Cova des Coloms conocida popularmente como La Catedral.
Y llegamos a la costa sur, donde se alza el poblado talayótico más grande de la isla y la Torre d’en Galmés, punto cercano a Cala en Porter a partir del cual el recorrido abandona el sinuoso camino de los barrancos para adentrarse en la zona más llana del sendero que nos llevará desde Punta Prima hasta Maó-Mahón, con la fortaleza de La Mola en la entrada del puerto y el Fort de Malborough, una fortaleza inglesa construida a principios del siglo XVIII.
Poco queda ya para llegar al final de este viaje que da sus últimos coletazos pasando por el castillo de Sant Felip y la pequeña población de Es Castell antes de desembocar en la capital menorquina que recibe al viajero con una miscelánea de estilos arquitectónicos y monumentos antes de poner punto final en el puerto.
El éxito de la gastronomía de Menorca se asienta en la combinación de factores como producto fresco, de temporada y de kilómetro cero que se completa con la recuperación de recetas ancestrales.
Bebidas, majares dulces o embutidos son algunos de los productos de mayor relevancia de la isla. De esta manera se pueden destacar, entre otros, el queso, que cuenta con denominación de origen Mahón-Menorca y que es una de las señas de identidad de la isla, llegando a producirse anualmente más de medio millón de ellos. Otro famoso producto menorquín es la salsa mahonesa, complemento esencial de gran parte de los platos tradicionales de la isla, sobre todo los pescados. Y qué decir de la sobrasada, picante o normal, que se ha alzado como el souvenir más buscado en Baleares junto a la ensaimada mallorquina. Y ahora que se mencionan los postres, cabe destacar que Menorca ha sabido integrar en su tradición repostera elementos que franceses, árabes o ingleses fueron dejando durante sus etapas de dominación, destacando los carquinyols a base de almendra o los imperiales.
Y terminamos con el azafrán y los caldos menorquines, ya que la isla cuenta con más de una decena de bodegas que producen vinos premiados a nivel internacional que merecen ser degustados.
Poco más se puede decir del Camí de Cavalls que no se haya indicado ya. Tradición, cultura y gastronomía completan los encantos de este destino que, sin duda, merece la pena ser descubierto sin prisas. A pie, a caballo o en bici. Eso lo eliges tú.
Durante siglos la isla de Menorca fue objeto de deseo de aquellos que aspiraban a convertirse en dueños del Mediterráneo
Un itinerario de 185 km que permite a quien lo recorre atravesar prácticamente todos los lugares de alto interés natural y cultural de esta isla
La Comunidad Autónoma de les Illes Balears declaró el Camí de Cavalls Patrimonio Histórico de la isla y Bien de Interés Cultural
Durante todo el trayecto, acompañarán nuestro viaje las diferentes construcciones tradicionales del paisaje rural menorquín