Pocas rutas hay en España que reúnan en 55 kilómetros tal acumulación de valores paisajísticos, ambientales, históricos, culturales, naturales y deportivos.
El Camino Natural del Somontano de Barbastro es una de las rutas más atractivas para los amantes del senderismo de largo recorrido que existen en nuestro país. Situado en la comarca oscense de Somontano -uno de los destinos más visitados de Aragón- ofrece, a los que se atreven a recorrerlo, la oportunidad de disfrutar de increíbles paisajes y practicar un sinfín de deportes. Pesca, hípica o escalada son los más populares compitiendo, en igualdad de condiciones, con el descenso de cañones en la Sierra de Guara. Un asombroso paisaje plagado de profundos barrancos, famosos en medio mundo, acantilados y otras maravillas de la erosión.
A lo largo de algo más de medio centenar de kilómetros que discurren entre antiguas vías pecuarias y caminos de carboneros y romeros, encontraremos gran cantidad de ermitas, puentes y pueblos medievales, pozos de nieve, acequias y molinos que nos permitirán viajar a un tiempo casi olvidado.
La ruta se divide en tres etapas. La primera es circular, comenzando y terminando en el municipio de Alquézar. La segunda etapa llega hasta Las Almunias de Rodellar y, la última parte del camino, discurre hasta el Salto de Bierge. En este punto conecta con el Camino Natural de la Hoya de Huesca.
Alquézar está considerado uno de los pueblos más bonitos de España. De este municipio se pueden destacar muchas cosas, entre ellas la impresionante visión de la Colegiata de Santa María al atardecer una auténtica joya del patrimonio arquitectónico de este pueblo que puede contemplarse desde el Barranco de Vero, al igual que el cañón, que podremos cruzar por el Puente de Villacantal, allí donde se forma una impresionante garganta.
Esta primera etapa nos descubrirá la ermita de San Gregorio y las Balsas de Basacol, así como el Abrigo de Regacéns, un antiguo corral donde aún se conservan pinturas rupestres, en rojo y negro, de estilo levantino y esquemático. Poco después llegaremos al espectacular puente del Diablo, que nos permitirá salvar el barranco de Fornocal, en cuyas paredes tiene lugar un curioso fenómeno en primavera: la aparición de tallos de Corona de Rey de hasta 60 centímetros que pueden llegar a contener más de 500 flores.
Desde Colungo, y tras cruzar el río Vero, esta vez por el puente Fuendebaños, regresaremos a la patrimonial Alquézar para empezar el segundo tramo del camino que lleva hacia Las Almunias de Rodellar.
Nuestros pasos nos llevarán entonces por la pista de San Gregorio hasta llegar a Radiquero, municipio rodeado de los tradicionales campos de cereal, olivo y almendro de la zona de Somontano de Barbastro. En este tramo podremos disfrutar de espectaculares vistas desde la ermita de Santa Águeda y continuar hasta la ermita de la Virgen de la Viña, cruzando los barrancos de Modovil y de las Avellaneras que, aunque hoy se presenten colonizados por un bosque de encinas, llegaron a soportar, en sus tiempos, importantes cargas ganaderas.
Podemos seguir camino pasando por unas espectaculares formaciones kársticas conocidas como Las Palomeras y continuar hasta el paso del angosto Barranco de Cautiecho por el Puente de las Bruxas. Sin duda un buen ejemplo de las ingeniosas soluciones arquitectónicas usadas por nuestros antepasados para salvar los abismos de esta zona.
Bajando desde aquí alcanzaremos el río Isuala Balcés a la altura del Tranco de las Olas, una construcción utilizada para cruzar el río cuando bajaba crecido. Poco después, sin apartarnos de la pista, llegaremos a la localidad de Las Almunias de Rodellar, un pequeño núcleo, regado por las aguas del río Alcanadre, que aún conserva muestras de su historia como la iglesia parroquial y la ermita de la Trinidad, obras de la arquitectura popular de los siglos XII y XIII.
Durante la tercera y última etapa podremos apreciar la confluencia de las calizas con los conglomerados y la riqueza geomorfológica del territorio. Nos divertiremos como niños atravesando el río Alcanadre por las Pasaderas de Pedruel, conformadas por varias piedras talladas de base cuadrada colocadas en el lecho del río. Un río que, desde su nacimiento en la Sierra de Galardón hasta su desembocadura en el Cinca, sorprende por sus barrancos, turgencias y gargantas, lo que le ha convertido en un auténtico paraíso para los barranquistas.
Siguiendo su cauce, el camino nos llevará hasta el espectacular Salto de Bierge, lugar de esparcimiento y disfrute que aúna naturaleza y pragmatismo: primero molino harinero, hoy azud artificial para el aprovechamiento hidrológico.
Nuestra experiencia senderista acaba aquí, pero Somontano nos ofrece todo un abanico de posibilidades. Por ejemplo visitar algunas de las bodegas de la Denominación de Origen Protegida Somontano.
Además, cada pueblo del camino ofrece la posibilidad de visitar algún lugar de interés, desde pinturas murales del medievo, conservadas en la iglesia de San Fructuoso de Bierge, hasta la sorprendente decoración barroca del santuario de Santa María de Dulcis en la pequeña aldea de Buera… y si tenemos dudas, podremos visitar el Parque Cultural del Río Vero donde las opciones de visitas turísticas son muy variadas.
Y después, nada mejor que retirarse y recuperar fuerzas en cualquiera de los campings, apartamentos, hoteles y casas rurales repartidos por las aldeas que conforman el parque y que no ofrecerán, sin duda, un descanso reparador tras los rigores del camino.