Hablar de la Cañada Real Soriana Occidental es hacerlo del que fuera uno de los caminos ganaderos más importantes de la red trashumante que cubrió la península ibérica. Esta vía pecuaria se encargaba de unir Soria y Badajoz a través de más de setecientos kilómetros. La ruta atravesaba las provincias de Segovia, Ávila, Salamanca y Cáceres. El programa Caminos Naturales acondicionó los casi 150 kilómetros que discurren por la provincia de Segovia para conservar y poner en valor las peculiaridades de un entorno que aún conserva la huella del paso de los grandes rebaños de antes.
A lo largo de la Edad Media, la ganadería se estableció como la actividad económica dominante. Su importancia llegó a ser tal que, en el año 1273, el rey Alfonso X el Sabio decidió crear el Honrado Consejo de la Mesta: una especie de asociación ibérica que reunía a todos los pastores de León y Castilla y que otorgaba privilegios a sus integrantes importantes. Con el paso del tiempo La Mesta se convirtió en uno de los gremios más importante del continente europeo.
El ganado se trasladaba de norte a sur y de sur a norte en determinadas épocas del año, lo que dio origen a la trashumancia. Para este fin se utilizaban unos caminos que también regularía el propio Alfonso X, pasando a conocerse como cañadas reales. Estas sendas tenían una anchura de 90 varas castellanas, lo que corresponde a unos 72,22 metros, una longitud de más de 500 kilómetros y discurrían en dirección norte-sur.
La Cañada Real Soriana Occidental fue uno de los caminos ganaderos más importantes de esta red trashumante que nos ha dejado un valioso legado cultural y que, actualmente, permite acercarse a la naturaleza por su valor ambiental, recreativo y turístico.
Dando respuesta a varios de sus objetivos, el Programa de Caminos Naturales ha acondicionado algunos tramos de esta ruta, entre los que se encuentra el Camino Natural de la Cañada Real Soriana Occidental. Unos 150 kilómetros distribuidos en un total de 8 etapas a las que sumar una “etapa 0” que no llega a los 7 kilómetros de longitud.
Con la mochila a cuestas o montados sobre el sillín de nuestra bicicleta, este itinerario nos permite recorrer la Sierra de Guadarrama por entero, avanzando durante la mayor parte del tiempo por su parte baja. En este transitar atravesaremos municipios como El Espinar, Otero de Herreros, Sotosalbos, Collado Hermoso, Navafría, Arcones, Villarejo, Riaza y, finalmente, Ayllón.
Es una ruta que, si bien no presenta demasiadas dificultades, obliga al viajero no sólo a superar un notable número de pendientes, sino también a compartir su camino con más de un rebaño que sigue utilizando esta infraestructura para su periplo trashumante.
La provincia de Segovia fue una de las que, en su día, tuvo un mayor número de esquileos, unas instalaciones utilizadas antaño para esquilar al ganado lanar, así como lavaderos. De hecho, llegó a tener en funcionamiento un total de trece ranchos de esquileo, con capacidad para esquilar más de 300.000 cabezas de ganado ovino cada temporada, y cinco lavaderos.
Los más significativos fueron, sin duda, el esquileo de Iturbieta (también llamado de Santillana) y el esquileo-lavadero de Alfaro, cuya construcción se realizó a mediados del siglo XVIII. El primero fue mandado construir por el Marqués de Iturbieta y adquirió su nombre por su proximidad a la venta de Santillana. Este complejo estaba formado por un patio central; el rancho -donde se esquilaba al ganado; el bache o sudadero, por donde entraba el ganado; y las lonjas, que servían para almacenar la lana, los lavaderos y la peguera (estancia utilizada para marcar las ovejas recién esquiladas). Además, se completaba con un dormitorio para los trabajadores (que podían llegar a ser más de trescientos), la residencia de los señores, una cocina y una panadería.
Este complejo, que podía esquilar unas 70.000 ovejas al año, se establecería como modelo de todos los que se construyeron posteriormente en aquella época. Gracias a ellos, se rentabilizó enormemente el trabajo de obtención de lana que, tras su lacado, clasificación y ensacado, era enviada a Países Bajos, Francia y Gran Bretaña.
Otro de los elementos más importantes de la ruta es el Puente de las Merinas, un viaducto sobre el río Eresma que fue imprescindible para el paso del ganado. Está construido con bloques de granito y debe su nombre a la vía pecuaria a la que pertenecía: la Cañada Real de las Merinas, que hacía referencia al tipo de ganado que transitaba por estos caminos. El puente servía además como contadero de cabezas de ganado a fin de recaudar los impuestos establecidos.
También pasaremos cerca del conocido como Rancho de la Marquesa, una infraestructura que formaba parte de una casa de esquileo situada en Cabanillas del Monte. Perteneció a la marquesa de Lozoya en el siglo XVIII y en las épocas de mayor actividad llegó a atender a más de 15.000 ovejas merinas. Merece la pena su visita ya que se trata de uno de los ejemplos del esquileo y de la trashumancia mejor conservados de toda la provincia y ha sido declarado Bien de Interés Cultural.
Además, a lo largo de toda la ruta aparecen repartidos distintos descansaderos. Son puntos donde el camino se ensancha para facilitar el descanso del ganado durante su recorrido o, en ocasiones, para retener al ganado descarriado o a aquellos ejemplares recibidos como pago de montazgo. A lo largo de este Camino Natural encontramos varios: en Torrecaballeros, en Matabuena y en Gallegos. Esto se explica por la existencia de diversos arroyos, riachuelos, charcas y pozas ideales para dar de beber a los rebaños.
El valor ambiental y ecológico del Camino Natural de la Cañada Real Soriana Occidental es incalculable. Los amantes de la naturaleza tendrán la suerte de descubrir, gracias a este itinerario, el Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama, un espacio incluido dentro de la Red Natura 2000, así como las cumbres del Parque Nacional Sierra de Guadarrama.
Se trata sin duda de un entorno de una belleza paisajística singular que nos llevará a contemplar sotos, robledales y pinares salvando distintos ríos y arroyos que fluyen desde la zona alta de la sierra. Esto, a su vez, asegura la presencia de una fauna rica y variada en la que el corzo, el águila imperial y el buitre negro se alzan como protagonistas.
Existen lugares de especial interés como el acebal de Prádena, a tan solo un kilómetro de la ruta. Se trata de uno de los bosques de acebo más importantes de nuestro país - con sus más de 60 hectáreas es uno de los más extensos de la Península- y, seguramente, el más meridional de Europa. Llama la atención por su frondosidad y sorprenderá a aquellos que lo visiten en invierno, cuando alcanza su máximo esplendor inundando todo del rojo brillante de sus frutos.
Además, los pueblos por los que transita este camino natural albergan un interesante patrimonio histórico-artístico y cultural.
El Espinar, habitado desde época romana, con la iglesia de San Eutropio y la ermita del Cristo del Caloco, donde se celebra una romería declarada de Interés Turístico Nacional. Otero de Herreros, situado a los pies del macizo de la Mujer Muerta, donde se han encontrado vestigios de pobladores celtas y de su intensa actividad minera y en el que destaca la Casona del Moral. Sotosalbos, un pequeño pueblo ribereño en el que hay que visitar el pórtico románico de la iglesia de San Miguel Arcángel, del siglo XII. Por su parte, Collado Hermoso destaca por el monasterio de Santa María de la Sierra, levantado en el siglo XII, mientras que, en Arcones, encontramos la iglesia de San Miguel Arcángel o la ermita de Nuestra Señora de la Lastra, patrona del municipio. Santo Tomé del Puerto (Villarejo), de origen medieval y que pertenece al Parque Natural Sierra Norte de Guadarrama, o Navafría y su pinar, un paraje de especial belleza.
Mención aparte merece el municipio de Riaza que adquirió gran importancia con el despegue de la trashumancia ya que aquí se especializaron en el procesado de la lana. Posee una plaza porticada en la que destaca el ayuntamiento, un edificio del siglo XVIII, y la iglesia renacentista de Nuestra Señora del Monte, patrona del pueblo. Llegados a este punto es necesario resaltar que desde aquí se puede acceder a otra importante ruta de la Red de Caminos Naturales: el Camino Natural de los hayedos y robledales de Riaza y que pasa por los famosos pueblos rojos y negros.
La monumental Ayllón es la encargada de poner el broche final de este recorrido. Población de origen celtíbero, sería destruida por los romanos y rescatada de sus cenizas por los musulmanes, que levantaron una villa amurallada de la que hoy se conservan numerosos vestigios. Aquí era donde una vez al año se reunían los integrantes del Consejo de La Mesta. Destaca su plaza Mayor, el ayuntamiento y la iglesia de San Miguel.
En la provincia de Segovia se encuentra uno de los baluartes de la cocina de nuestro país. Cómo olvidar sus platos estrella: el cochinillo o el lechazo de leña de Sepúlveda, sin duda los más conocidos. También conviene conocer otras deliciosas opciones como los judiones, con su chorizo, panceta, morcilla y oreja de cerdo, o la trucha segoviana, que se acompaña de jamón y patatas panaderas. Otro plato que goza de fama es la sopa castellana. La gastronomía segoviana también utiliza verduras y hortalizas de primera calidad. En el capítulo de los dulces es típico el ponche, una tarta de fino bizcocho relleno de crema y bañado en almíbar, o los florones, que hará las delicias de los más golosos de la casa. Todo ello regado por buenos tintos de Ribera del Duero o de la D.O. Vinos de la tierra de Castilla y León, sin olvidarnos de los verdejos de la D.O. Rueda.
Sin duda el Camino Natural de la Cañada Real Soriana Occidental es un itinerario ideal para disfrutar de forma activa de la tradición, cultura y gastronomía de Segovia. Un destino capaz de sorprender a propios y extraños donde senderistas y cicloturistas toman hoy el relevo de los antiguos rebaños trashumantes.
El Camino Natural de la Cañada Real Soriana Occidental es un itinerario ideal para disfrutar de forma activa de la tradición, cultura y gastronomía de Segovia
Este itinerario nos permite recorrer la Sierra de Guadarrama por entero, avanzando durante la mayor parte del tiempo por su parte baja
Una ruta que, si bien no presenta demasiadas dificultades, obliga al viajero no solo a superar un notable número de pendientes, sino también a compartir su camino con más de un rebaño