La etapa discurre por las faldas de la sierra de Aizkorri, complejo kárstico de notable interés geológico y paisajístico. Sique las trazas del histórico camino de San Adrián, utilizado por los romanos para transportar mercancías entre la meseta y Europa.
Aquí la Senda atraviesa magníficas masas de hayedo y recorre el puerto de Urbia, zona de relevancia ganadera. Desde Urbia se desciende por parajes de singular belleza hasta Arantzazu, cuna del pastoreo, donde se levanta el santuario de la Virgen de Arantzazu, colgado en el cañón del río Urkullu. Destacan sus valores naturales, ya que la totalidad de la etapa se desarrolla por el Parque Natural de Aizkorri-Aratz y el LIC Aizkorri-Aratz.
La etapa discurre por territorio guipuzcoano, entre el municipio de Zegama y la Parzonería de Gipuzkoa y Araba, recorriendo en algunos tramos el límite con la comarca de la Llanada Alavesa, y adentrándose finalmente en la comarca del Alto Deba.
Esta última etapa comienza en el refugio de Mikeletes , ascendiendo por un camino en dirección oeste, a lo largo de un kilómetro de moderada pendiente, con algunas rampas pronunciadas. Se llega entonces hasta el túnel de San Adrián, punto de paso del histórico camino de San Adrián. Este camino salva la sierra de Aizkorri por un paso natural, bajo una bóveda caliza, situada en un collado entre el macizo de Aizkorri y el de Aratz. El camino era utilizado por los romanos como ruta comercial entre las plazas de Astorga y Burdeos.
Posteriormente, a principios del siglo XII, fue Camino Real de la Corona de Castilla, comunicando la meseta con Europa; también era utilizado para llevar a la costa toda la lana de Castilla, estableciéndose una aduana en el propio San Adrián. Además fue lugar de paso de la ruta alavesa del Camino de Santiago, buscando una ruta alternativa ante las continuas luchas que se libraban en la cornisa cantábrica. En el año 1430 se firmaron en este lugar las escrituras de las Parzonerías de Gipuzkoa y Araba/Álava. La ermita de San Adrián fue construida bajo esta bóveda rocosa en el año 1893.
Tras pasar por el túnel de San Adrián se puede contemplar un túmulo prehistórico junto a la ruta. Se continúa ascendiendo ligeramente durante unos dos kilómetros entre hermosos hayedos, hasta alcanzar el puerto de Zarra, en lo alto de la sierra de Urquilla, próximo al pico Askiola. Esta parte del trayecto sigue la calzada romana del camino de San Adrián y permite observar algunos tramos de empedrado que aún se conservan.
Desde el puerto de Zarra, la Senda desciende ligeramente unos tres kilómetros hasta llegar al barrio de Ollantzu, un conjunto de chabolas pastoriles que se agrupan en las proximidades de la campa de Urbia. El tramo discurre inicialmente siguiendo la divisoria de aguas de la sierra de Urquilla, límite entre Gipuzkoa y Araba, por un antiguo camino forestal paralelo a una pista de reciente construcción. Desde esta zona se obtienen vistas hacia la Llanada Alavesa y las sierras que la bordean por el Sur, recorridas en etapas anteriores. Posteriormente, tras cruzar dicha pista, la Senda desciende de ladera por un sendero de grava que atraviesa un extenso hayedo, de gran belleza, que abriga el camino. La pista llega hasta una campa que permite ver las chabolas de Ollantzu, asentadas en un pequeño alto, entre lapiaces calcáreos. Junto al camino se pueden contemplar varios restos de construcciones megalíticas como los dólmenes de Pagarreta, Kalparmuñobarrena y Pagobakoitza.
Siguiendo la pista que atraviesa el barrio de Ollantzu, se da vistas a todo el valle de Urbia, amplia depresión de interés geológico rodeada por las elevaciones rocosas de la sierra de Aizkorri. Sus pastos constituyen uno de los principales puertos de montaña de la zona; en ellos pastan numerosas cabezas de ganado, particularmente ovejas lachas.
La senda sigue, durante algo menos de un kilómetro, por una pista de grava que atraviesa la campa de Urbia por Kalparmuño hasta llegar a las proximidades de la fonda de Urbia; entonces se debe abandonar la pista siguiendo la alineación de fresnos (Fraxinus sp.) que continúa por la derecha, y llevará al senderista hasta la ermita de Andra Mari de Urbia. Desde allí se podrán contemplar magníficas vistas de la rasa de Urbia y de la sierra de Aizkorri.
Desde la ermita hay que seguir el sendero que asciende ligeramente siguiendo otra alineación de fresnos, por las faldas del pico Madabideta —a espaldas de la ermita—, y atravesando una zona de lapiaces singulares, hasta alcanzar el collado de Elorrola. Desde este punto se inicia un descenso pronunciado de unos cuatro kilómetros por las faldas de la sierra Aizkorri, hasta Arantzazu, siguiendo el valle del río Urkullu.
El descenso se inicia por un estrecho sendero que va ganando anchura a medida que baja, por Gorostiarán y Otraitz. La práctica totalidad del descenso se hará bajo las copas de un denso hayedo, únicamente interrumpido por algunas plantaciones de alerces (Larix decidua), en su tramo final. También hay que salvar un arroyo, mediante una pasarela de madera, en cuyo entorno se localiza la fuente de Erroiti, donde cuenta la leyenda que se le apareció la Virgen de Arantzazu a un pastor llamado Rodrigo de Baltzategi.
En Arantzazu finaliza la etapa y el recorrido de la Senda del Pastoreo, diecinueve jornadas después de su inicio en este mismo lugar. En Arantzazu se levanta el santuario de Arantzazu, punto de peregrinación religiosa de gran afluencia. Junto al santuario se puede visitar también el centro de información del Parque Natural Aizkorri-Aratz, por el que se ha desarrollado la totalidad de la etapa.
Esta etapa presenta algunas zonas de difícil tránsito en bicicleta que obligarán al ciclista a bajarse de ella y realizarlas a pie, debido a la acusada pendiente e irregularidad del firme. Destaca en este sentido la subida al túnel de San Adrián y la continuación hasta el puerto de Parra, con zonas de gran pendiente y muy pedregosas, coincidiendo algunas de ellas con los tramos de calzada romana. También resultarán de difícil tránsito las primeras rampas del descenso desde el collado Elorrola.
La Senda del Pastoreo termina en pleno corazón de Gipuzkoa, permitiendo disfrutar de la mejor construcción religiosa del siglo XX, el santuario de Arantzazu.
El santuario se convirtió en lugar de peregrinaje y devoción en la Edad Media cuando, según la leyenda, se apareció la Virgen sobre un espino a un pastor y él preguntó “¿Tú en un espino?” (en euskera Arantzan zu?) Se trata, por tanto, de un punto con una tradición religiosa secular que sirvió, además, como espacio de preservación del euskera durante la dictadura franquista y estandarte de la cultura vasca.
El monasterio tuvo que ser reconstruido en tres ocasiones debido a los incendios, en 1553, 1622 y 1834. En 1950 se comenzó a construir la nueva basílica sobre la iglesia reconstruida en el s. XIX; sin embargo el proyecto fue paralizado durante 15 años por su diseño innovador y sólo las ideas introducidas por el Concilio Vaticano II permitieron finalizarlo. Se abrió a la liturgia en 1955, aunque durante su construcción no se habían interrumpido los actos religiosos, y fue finalmente consagrada en 1969.
En su diseño participaron, entre otros, tres galardonados con el Premio Príncipe de Asturias: el arquitecto Francisco Javier Saénz de Oiza y los escultores Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.
En el santuario destacan seis torres terminadas en punta de diamante; la torre del campanario es la principal y alcanza los 44 metros. El lateral de la iglesia está recorrido por unas arcadas sobre los restos de la iglesia previa. El ábside, diseñado por Lucio Muñoz inspirado en el paisaje de la región, se sitúa sobre un acantilado. Ocupa 600 m² y es denominado por muchos como la Capilla Sixtina del s. XX; en él destacan las pinturas y el cajetín que alberga a la Virgen.
Distintas etapas de la Senda del Pastoreo se cruzan con la trayectoria de los peregrinos, que llegados de cualquier punto de Europa siguen rumbo a Santiago de Compostela.
En el ayuntamiento de Zegama, el Camino de Santiago sigue su rumbo Norte–Sur, conformando parte del Camino Vasco del Interior —alternativa al Camino de la Costa—, hasta cruzarse con la Senda del Pastoreo por primera vez. Esta alternativa, también conocida como Ruta de Bayona, tuvo su máximo esplendor entre los s. X y XIII, cuando la Península era asediada por normandos por el Norte y árabes por el Sur, siendo éste el camino más seguro. Existe una variante del actual Camino que transita las laderas de los montes vecinos a la vega del río Oria.
El camino de San Adrián fue ruta de paso antes de que el Camino de Santiago se adentrase en estas tierras; la proximidad de restos romanos indica que posiblemente fue utilizado por ellos para su tránsito. También gozó de importancia durante las contiendas entre Castilla y Navarra en el s. XII ya que, a fin de evitar las tierras navarras, el camino de San Adrián se convirtió en Camino Real para que Alfonso VIII visitase las tierras de su esposa Leonor de Inglaterra, Señora de Gascuña.
El túnel de San Adrián, de 57 m de longitud, alberga en su interior una ermita dedicada a San Adrián (reedificada en 1894) y sirvió de refugio para numerosos peregrinos y pastores, así como para sus rebaños. En este caso espiritualidad y pastoreo fueron de la mano.